miércoles, 1 de abril de 1987

Sin aliento


El Sol ya cae, rojizo y lento
como si le doliese esconderse,
herido, manchando el cielo.
Ésta es la hora precisa,
el esperado momento,
deseado durante el día.
¡Ya está aquí, ya lo tengo!
Ahora es cuando surge
de mi cuerpo el deseo,
calladamente te escurres
hacia el calor de mis senos.
Despiertan mis sentidos,
resucitan mis muertos
reflejos que ayer reprimía
el temor al fuego eterno...
El gran astro se pone, 
poco a poco va muriendo
dando vida a mi instinto,
alejándome del sueño.
Las caricias se suceden,
los labios están ardiendo
en mi frente y se unen
al fuerte viento que 
nos agita, como ramas,
a su capricho, a su deseo.
Nos quedamos sin aliento y
aumenta la pasión insostenida,
la iluminada Luna ya salió.
El invierno, oscuro como la noche,
nos ignora y no lo siento,
mi mente no está aquí ahora...
Amaina el viento y su furia
nos deja calmados, llenos
de algo inexplicable. Ya no
nos cubre la noche... Rojizo
pero alegre, sin miedo,
el Sol nace, nos descubre
dando término a nuestro tiempo,
al pasado y excitado momento.
Y nos da un día nuevo
para poder desear otro
que nos deje sin aliento.
1/4/87

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