domingo, 30 de octubre de 1988
Una llamada.
La voz trémula habla
entrecortada, casi ahogada
por la velocidad
del corazón herido,
latente, expectante.
La mente,
agolpada de ideas y palabras
quisiera ser sincera y vociferar
lo que oculta,
pero la boca no obedece.
Y una indirecta se escapa,
se escabulle a probar suerte.
Pero ya sabe la respuesta.
Esa mano ajena
no desea hacer el esfuerzo
de descolgar
ni el teléfono ni el rencor.
Tiempo al tiempo...
Y mucho vendaje para el alma.
Pero, tal vez para entonces,
mi oído se haya cansado
de esperar el deseado
"ring"
y de sufrir
el reiterado
azote del silencio...
Está tan herido el orgullo,
tan castigada la mente...
Un verdugo los martiriza
casi constantemente
y otro nunca:
indiferencia total.
Vida: ¿aceptas la tortura?
Tiempo al tiempo.
Pero, tal vez para entonces
mi existencia se canse
de llorar
ante el silencio
y el llanto
de ser el único orados.
Vida: ¿aceptas el suplicio?
pero, tal vez para entonces
mi Yo se canse de hacer sacrificio...
Sacrificio merecido y silencio.
Tiempo al tiempo.
Momentos duros, de flaqueza.
Y a pesar de esto,
sé que no se cansarán.
Más les vale.
No, no desfallecerán.
Elegir entre lo tuyo y lo Otro.
Elegir entre la comodidad sin fruto
o el sufrimiento fructuoso.
Elegir entre Ti sin Aquello
o entre Aquello contigo...
Vida: ¿qué escoge?
¿Cansada?
Pues toma aire
y aguanta.
29/10/88.
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