miércoles, 29 de septiembre de 2010
Nunca estuvo enamorada de mí.
Se encaprichó, me buscó, me consiguió y me dijo que jugáramos a estar enamoradas, como dos niñas grandes, como dos seres que no tienen a quién amar. Yo accedí, me pareció divertido.
Así estuvimos juntas, sin palabras especiales, sin momentos mágicos, sin fechas que celebrar, compartiéndonos pero sin involucrarse totalmente en mi vida, sin enredarse en los cordeles de mis sentimientos.
Luego me dijo que me necesitaba. Cuando vio que se acababa, cuando vio que yo quería, necesitaba más pero no lo tenía, dijo que me necesitaba y que por eso no podía dejarme.
No me dio lo que yo necesitaba, no me dijo "te quiero, te amo, estoy enamorada de ti, no me dejes, amo lo que tenemos...", no. Sólo que me necesitaba.
No estaba enamorada de mí. Siempre lo supe, pero la evidencia, el silencio hacía daño.
Luego me dijo que no quería perderme nunca, que no desapareciera de su vida... pero le faltó tiempo para desaparecer, para olvidar sus ruegos, mis sentimientos, el pasado, nuestro juego, lo bueno que tuvimos un día puntos suspensivos... cuando apareció alguien con la que no hizo falta jugar a enamorarse, con la que pudo establecer una relación normal: dos chicas que se conocen, que tontean, que se llaman a escondidas, que se desean, que ansían un momento... Alguien con quien compartir, con quién ilusionarse, fechas para celebrar, minutos robados a una vida que pasa acelerada...
Le faltó tiempo para apartarme con la excusa de no hacerme daño.
Qué pena que todo fuera así. Ya no hay marcha atrás.
Nunca le hice ilusión y nada cambiará.
Los milagros no existen.
Tampoco sé si los quiero.
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