(Artículo escrito para el portal LSBI.org) |
Siempre que surge una charla sobre el tema o en las entrevistas que me han hecho hasta ahora, la pregunta del millón no se hace esperar: “¿te has encontrado con problemas o crees que existen dificultades para publicar novelas donde salgan dos chicas lesbianas?”. Me encantaría poder tener “LA” respuesta a esta duda pero sólo puedo aportar mi opinión.
Como autora sólo puedo presumir de dos experiencias negativas al respecto y ni siquiera puedo confirmarlas aportando documentación que certifique la discriminación que, en teoría, existe en el mundo editorial y literario con respecto a nosotras, las lesbianas.
La primera tiene que ver con una humilde editorial, cuyo nombre no diré. Les envié el manuscrito avisándoles de que había personajes lesbianos y que había sexo explícito. Las únicas preguntas que me hicieron fueron: “¿es la trama central de la novela?, ¿hay mucho sexo?, ¿es lo más importante de la historia?”. A todo ello contesté que no. Mi novela Tierra de Sol es una historia de aventuras donde la protagonista máxima es la mujer, para lo bueno y para lo malo. Aunque para algunas personas es una novela de amor, no narra las vicisitudes amorosas de las chicas protagonistas ni el amor (ni el sexo) le resta importancia a la trama. Así se lo hice saber.
Aceptaron el manuscrito. Me remitieron sendos emails donde me informaban del avance (positivo) de la lectura: que tenía buena pinta, que si les iba gustando, que de momento muy bien… Los emails informativos cesaron en la página 88 si no recuerdo mal. Y nunca más se supo.
La segunda experiencia negativa fue una vez publicada la novela. Para promocionarla, es interesante que los blogueros y medios especializados realicen una reseña para acercar una opinión experta al público. Estuve en contacto con un bloguero que, muy animado, se ofreció a hacer una reseña. Por la mañana, la editorial me llamó para decirme que le enviaría un ejemplar. Por la tarde, el bloguero me escribió con un tono bastante diferente al inicial, cordial pero distante, informándome de que había buscado información acerca de la novela y que había decidido no reseñarla porque “para hacer una reseña neutra, mejor no hacerla”. Como curiosidad le pregunté cómo es que sabía que la reseña iba a ser neutra sin haberla leído. Se limitó a copiar la sinopsis, esgrimiendo la excusa de que no le terminaba de convencer. Respetable, ¿no? Si no supiera que un lector avanzado (como él) debería de saber que las sinopsis no son ni un resumen de la historia y que siempre se quedan cortas.
¿Qué tengo que pensar de estos dos casos? Ninguno mencionó las palabras mágicas: lesbiana, sexo, historia de chicas… Personalmente, no me cabe duda que fue por eso. Hay omisiones que dicen mucho más que las palabras.
Si me pongo en el papel en el que acostumbramos a ponernos, despotricaré sobre lo injusto que es, el estigma que llevamos, la doble lucha que debemos afrontar como mujer y como lesbiana, etc. Es decir (lo siento, sé que a más de una le molestará este comentario): me flagelaré y me revolcaré en una mierda que intentan echarme de forma indirecta a través de la omisión de la verdad. Al menos de la verdad que yo quiero escuchar.
Si me lo tomo como gajes del oficio de una profesión a la que quiero dedicarme, mi actitud será bien diferente. Es decir: si no me dejo llevar por la emoción desbordada y la mala leche desatada, podré verlo con mayor objetividad y centrarme en lo que creo que es realmente importante. A saber:
- Mi novela no la han publicado. ¿Por qué? Posibles respuestas: no era la editorial adecuada. No la has vendido bien. No está bien escrita. Se te ha ido la olla. ¿Podría mejorarla? ¿Sería conveniente buscar editoriales que publiquen novelas similares a la mía?
- No me la han reseñado. ¿Por qué? Posibles respuestas: sinopsis no suficientemente atractiva, tenerlo en cuenta para siguientes ediciones y/u otras novelas. No me he sabido vender bien. Tengo que seleccionar mejor los blogueros...
Es posible que me equivoque pero a veces me da la impresión de que nos resulta muy cómodo refugiarnos en ese estigma heredado de las lesbianas que en otras épocas sí que han tenido verdaderos problemas para ejercer sus profesiones (como la de escritora).
Con esto no niego que exista dificultad a la hora de publicar novelas que exalte la visibilidad lésbica. Aunque autoras de renombre como Lucía Etxebarria o incluso Rosa Montero (Lágrimas en la lluvia) están ayudando a cambiar el panorama, aún estamos lejos de la normalización al menos en la literatura lésbica.
Como nota de interés, el crítico Miguel Rojo afirmó refiriéndose al libro de cuentos Pampanitos verdes de Oscar Esquivias:
(…) Y la homosexualidad, otra de las referencias presentes en el libro. Varios de sus protagonistas lo son. Una homosexualidad aceptada, libre de cualquier estigma o vergüenza. Una homosexualidad del siglo XXI en un país avanzado que no genera más conflictos que si el protagonista fuera heterosexual o bizco.http://www.elcomercio.es/v/20110702/cultura/pampanitos-burgaleses-20110702.html
Pero ¿qué significa normalizar? En literatura, para mí significa que el resto de sociedad nos vea y nos asuma, como bien comenta Miguel Rojo, sin ningún estigma, ni tapujos, ni sobresaltos. Que un/a heterosexual lea una novela donde los personajes son bollos y el hecho del lesbianismo no sea un impedimento o algo exótico para ellos, que no le den más importancia de la que tiene dentro de la trama de la novela. Si consiguiéramos eso, ¿dónde estaría el problema? ¿Cuál sería la excusa para no publicar?
La teoría de la normalización empieza con nosotras mismas como lesbianas y escritoras conscientes y comprometidas con ese fin.
En la cultura homosexual existe lo que llaman literatura LGTB que, sin ser convencionalmente un género literario, está escrita por homosexuales para homosexuales. En la cuestión lesbia, son novelas de temática romántica tipo chica busca chica, los bollodramas que tanto nos han hecho llorar y reír. Está muy bien, es un tipo de literatura que tuvo su auge en un momento en el que no había nada que leer, en el que la homosexualidad podía ser visible y con final no trágico —fenómeno que empieza a darse sobre los años 90—.
Todas hemos devorado esas novelas. Pero seamos objetivas: ¿a quién le interesan? ¡Sólo a nosotras!Si las autoras seguimos escribiendo historias sólo para mujeres, ¿qué pretendemos? ¿Encontrar un amplio mercado? ¿Que las editoriales se peleen por nosotras? ¿Acceder a todos los concursos literarios? No, porque esas historias interesan a la minoría de una minoría. Ya apenas las publican las editoriales especializadas porque saben que las lectoras se han vuelto cada vez más exigentes y necesitamos ampliar nuestro abanico literario.
Esta (sub)cultura lésbica es para nosotras, pero nosotras también estamos interesadas en una cultura más generalista.Mi apuesta es que las novelas contengan una trama interesante, apta para un público amplio, e integración de nuestros personajes, heroínas que nos representen y alcen nuestra bandera con naturalidad, sin prejuicios —los nuestros, que también los tenemos.
A mi juicio, ese es el camino que debemos emprender para reconciliarnos con nosotras mismas como lesbianas y como escritoras, para publicar y presentarnos a certámenes sin complejos. Que el escribir sobre personajes lesbianos no sea la excusa fácil sobre la que nos revolcamos porque no nos publican.
Yo no me defino como escritora lesbiana, igual que en otras profesiones no decimos: panadera lesbiana (¡aunque sí bollera!), taxista lesbiana, administrativa lesbiana… La profesión y la condición sexual no tienen que ver, al margen de lo que queramos implicar nuestra sexualidad con nuestra profesión. Si no me defino como tal, ¿por qué mis libros se deben etiquetar como lésbicos?
Partiendo de esta premisa, ¿qué me impide presentar una propuesta a una editorial cualquiera? ¿Qué me impide participar en certámenes literarios? El miedo y mis propios prejuicios.
¿Pero qué miedo? ¿Qué puede pasar? ¿Que me digan que no? El no ya lo tengo por el simple hecho de escribir, sea cual fuere mi condición sexual, sea cual fuere el contenido del libro, sólo por el hecho de que soy una autora desconocida.
Así pues, en lugar de enfadarme con el mundo y quedarme en un rincón, con miedo al rechazo de mi obra por contener personajes lesbianos, escojo el trabajo. Escojo el crecimiento como escritora. Escojo romperme los cuernos hasta encontrar argumentos que interesen a alguien más que a una minoría. Escojo la conciliación entre lo que soy y lo que ofrezco. Escojo no ser víctima de un mercado que se nos come a todos los que intentamos dedicarnos a la escritura, seamos mujeres, hombres, heterosexuales u homosexuales.
Y si creemos en nuestro trabajo y aún así no conseguimos que alguien apueste por nosotras, siempre nos quedará Amazon y los ebooks.
Hola Prado, soy Jessica y nos conocimos hace algunos años en los inicios de la revista MAGLES (no espero que te acuerdes). Por aquel entonces creo que estabas por sacar tu primera novela. A día de hoy yo estoy escribiendo la primera mía (más bien empezando) y hoy me acordé de tí y la ilusión que tenías con tu libro. Me alegra ver que te ha ido bien en esto de escribir, jeje. Saludos y un abrazo. ;-) PD: Ah, muy buen artículo. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.
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